MÁS QUE UNA ENFERMEDAD

A primera vista no me ocurre nada. No tengo dolores, ni fiebre. Sólo me sucede que vivo minutos eternos de lamento, segundos imborrables de lágrimas, horas llenas de rabia. Preguntas sin respuesta. Deseos de huir, noches sin dormir, ganas de rendirme, sensación de suciedad, desesperación, esclavitudes mentales.

Es duro aceptar la realidad, ver que las cosas no son como espero, que todo mi mundo se derrumba en un instante y, en ese instante, me siento tan frío como una piedra. No es sencillo vivir así, vivir con lágrimas en los ojos, con miedos constantes, con gritos ahogados, con angustia. Eso no es vivir, pero siempre hallo consuelo pensando que la vida continúa, que puedo tener fe en mí y ser capaz de derretir ese bloque de hielo, aunque luego ni me queden fuerzas para intentarlo.

Todos hemos llorado, todos hemos sentido miedo, hemos reído de felicidad, nos hemos enamorado, hemos perdido ilusiones y hemos ganado batallas. También hemos experimentado el dolor por estar solo.

Supongo que estas primeras palabras lo resumen todo. ¿Quién no se ha sentido alguna vez así?, ¿quién no ha pasado por ello? Yo he atravesado por todas esas sensaciones en demasiada profundidad y creo que aún sigo atravesando.

Más allá de estas tristezas y penas, hay estados de ánimo que se prolongan y profundizan el descenso del tono del humor, ponen en riesgo la salud y hasta la vida de quien los padece.

Son miles los detalles que me han conducido a esta situación. Granito a granito se fue construyendo una montaña que, al final, pudo conmigo. A esa montaña le puso nombre y apellidos un especialista médico: depresión.

Incontables han sido las veces que he dicho: “Prefería cualquier otra enfermedad antes que ésta”.

Muchos son los especialistas médicos que señalan que esa frase permite valorar la magnitud del tormento de la persona deprimida.

La depresión afecta a personas de todos los colores, razas, posición económica y edad. No hay duda alguna, soy parte de esas personas, aunque parezca vivir en circunstancias relativamente ideales.

Esta es mi historia y quizás existan muchas iguales, pero sólo los que la vivimos, sabemos cómo se escribe, por mucho que consultes libros o páginas web.

La mía aquí te la escribiré.


domingo, 2 de septiembre de 2007

¿Cómo reflejar lo que se siente a cada segundo de la depresión?

Antes de seguir adentrádome en las entrañas de mi enfermedad, sólo quiero decir lo difícil que resulta plasmar por escrito lo que siento a cada segundo que pasa mientras me encuentro inmerso en la misma.

Me gustaría poder hacer un esquema de lo que pasa por mi mente en los momentos más duros, en esos momentos donde la enfermedad me embarga el alma y no puedo contener los pensamientos corriendo entre mis neuronas, para dar una idea aproximada de la lucha que se desata en mi fuero interno.

Ni siquiera en esas horas es sencillo explicarle al psiquiatra con palabras lo que vivo, pero sí pronunciar lo que siento y que siempre se resume en: "No lo aguanto más".

Es como tener un bicho en el coco, devorándote en carne viva.

Es como si ese bicho dirigiese todas mis acciones, todas mis ideas sin poder hacer nada por dominarlo.

Es como si ese bicho fuese David contra Goliat. Y siempre, siempre el efecto de su honda acaba ganando el duelo por goleada.

¡¡¡Qué j***** es esta enfermedad!!! ¡¡¡Qué infranqueable es el muro de la mente!!!

A veces, no sé cómo describir las sensaciones que tengo. Sólo sé que siento un malestar general, pero no puedo detallar los síntomas como en una gripe: fiebre, dolor de garganta, tos seca, cefalea, etc.

Lo único que hago es llorar de impotencia, apretar los puños hasta el dolor, perder la mirada en el blanco del techo, patalear como un bebé, retorcerme de sufrimiento, mientras no hallo explicación que darle a mi "otro lado de la cama" de cómo aliviar esos momentos.

Sé que quienes están al lado de una persona con depresión sufren tanto o quizás más que el propio enfermo ante la impotencia que sienten por no poder hacer más que estar a su lado para evitar cualquier perjuicio en la integridad física de éste y apoyarle con firmeza durante y después de su tratamiento médico.

Quizás allá momentos en que pienses que lo que lees, lo has sentido alguna vez, pero no sé cómo transmitirte la crudeza con que vivo eso, signo inequívoco del abismo que hay entre unas experiencias y otras.

"... Así es la ley, hay un ángel hecho para mí... Y te fallé, te hice daño tantos años yo... Pase por todo sin pisar, te amé sin casi amar... y al final quien me salvo el ángel que quiero yo... De nuevo tú te cuelas en mis huesos, dejándome tu beso junto al corazón... y otra vez tú, abriéndome tus alas, me sacas de las malas rachas de dolor... Cuando estoy fatal, ya no sé qué hacer ni a dónde ir... Me fijo en tí y te siento cerca, pensando en mí... Mi vida cambió... el ángel que quiero yo"... ("Angel" de Robbie Williams -versión en español-)

1 comentario:

VILLA dijo...

hola, mi novia es una persona depresiva entro en una crisis emocional hace poco y no quiere ir a psiquiatra por que no quiere que la mediquen y esta intentando salir de esto sola, inclusio me pidio un tiempo para estabilzar sus emociones,, ella dice que me quiere y mucho, pero q necesita su espacio para mejorarse, tu crees que pueda volver a estar con ella? yo la quiero y quiero apoyar... pero estando lejos no puedo,,, no se que hacer.... agradeceria un par de consejos tuyos