Según se iban consumiendo los minutos allí dentro, mis pensamientos más ocultos, aquellos que siempre me había guardado, fueron brotando con cuentagotas fruto de las conversaciones que mantenía con “mi psiquiatra” que me llevaban a escarbar dentro de mí.
Quizás cada entrevista médica en ese minúsculo cubículo llamado despacho no era sólo conocer mi estado de ánimo, sino provocar la catarsis suficiente para que me enfrentase a las vivencias del pasado, las hiciese aflorar y supiera darles el significado correcto.
La verdad es que fuese lo que fuese, mi mente y mi corazón necesitaban desahogarse de tal modo que había momentos en que no podía dejar de escribir, a pesar de lo inconexo de lo que iba relatando, pero imagino que, entre esas inconexiones, está la clave de mi depresión.
Continuando con esa “libreta-diario”, paso a transcribir textualmente:
“... El peso de las expectativas externas sobre mí hicieron que me encerrase en mi propio interior, transformándome aún más en una persona introvertida, fría, retraída (MI MUNDO DE PIN Y PON) y ello ha llevado a que dé las mismas razones a mi conducta, que resumo siempre en las mismas palabras: NO HABLO POR NO MOLESTAR, NO PIDO AYUDA POR NO MOLESTAR (porque he llegado a sentirme un estorbo cuando han valorado dos esfuerzos iguales con una escala distinta.
Me he exigido siempre mucho, mi máximo porque la gente esperaba ese máximo de mí, quizás porque la elección de mi … no fue bien digerida por mi entorno, debido a que lo habían dado todo por los dos para no viviéramos sus duras experiencias desde pequeños como les había tocado a ellos experimentar.
Por eso, entonces, creo que esas expectativas se proyectaron en mí, como un modelo familiar, pero, en ocasiones, me he sentido más como un orgullo social, que un orgullo por la persona que soy.
Aún así pienso (quizás sea una apreciación subjetiva) que es como si nada de lo que he hecho hubiera sido suficiente porque miraban más el envoltorio externo que el interior de mi persona como si lo único que contase fuese lo socialmente importante y no aceptasen mi propia personalidad con sus pros y sus contras (carácter introvertido) y, como consecuencia de ello, siempre reitero lo mismo: NO HABLO POR NO MOLESTAR. NO PIDO AYUDA POR NO MOLESTAR.
Esas actitudes me han dolido demasiado, especialmente porque como las expectativas externas estaban satisfechas, nadie nunca preguntó si podía solucionar otras cuestiones porque habían comprobado que las externas estaban cumplidas en un doscientos por cien y la sensación era que yo podía resolverlo todo por mí mismo. ¿Cómo va a sufrir o tener problemas alguien que es un modelo a seguir?...
Dentro de mi propio encierro interno, huía con mi música del exterior para desahogarme y tranquilizarme de ese dolor… ”
“… I know a place where heaven breathes... and it’s throught her windos... your baby girl’s window... I wish you would stay... to see what she made of herself… I’m looking for the words to say... something to take her pain away... through her window...” (“Baby girl’s window” de Robbie Williams)
Quizás cada entrevista médica en ese minúsculo cubículo llamado despacho no era sólo conocer mi estado de ánimo, sino provocar la catarsis suficiente para que me enfrentase a las vivencias del pasado, las hiciese aflorar y supiera darles el significado correcto.
La verdad es que fuese lo que fuese, mi mente y mi corazón necesitaban desahogarse de tal modo que había momentos en que no podía dejar de escribir, a pesar de lo inconexo de lo que iba relatando, pero imagino que, entre esas inconexiones, está la clave de mi depresión.
Continuando con esa “libreta-diario”, paso a transcribir textualmente:
“... El peso de las expectativas externas sobre mí hicieron que me encerrase en mi propio interior, transformándome aún más en una persona introvertida, fría, retraída (MI MUNDO DE PIN Y PON) y ello ha llevado a que dé las mismas razones a mi conducta, que resumo siempre en las mismas palabras: NO HABLO POR NO MOLESTAR, NO PIDO AYUDA POR NO MOLESTAR (porque he llegado a sentirme un estorbo cuando han valorado dos esfuerzos iguales con una escala distinta.
Me he exigido siempre mucho, mi máximo porque la gente esperaba ese máximo de mí, quizás porque la elección de mi … no fue bien digerida por mi entorno, debido a que lo habían dado todo por los dos para no viviéramos sus duras experiencias desde pequeños como les había tocado a ellos experimentar.
Por eso, entonces, creo que esas expectativas se proyectaron en mí, como un modelo familiar, pero, en ocasiones, me he sentido más como un orgullo social, que un orgullo por la persona que soy.
Aún así pienso (quizás sea una apreciación subjetiva) que es como si nada de lo que he hecho hubiera sido suficiente porque miraban más el envoltorio externo que el interior de mi persona como si lo único que contase fuese lo socialmente importante y no aceptasen mi propia personalidad con sus pros y sus contras (carácter introvertido) y, como consecuencia de ello, siempre reitero lo mismo: NO HABLO POR NO MOLESTAR. NO PIDO AYUDA POR NO MOLESTAR.
Esas actitudes me han dolido demasiado, especialmente porque como las expectativas externas estaban satisfechas, nadie nunca preguntó si podía solucionar otras cuestiones porque habían comprobado que las externas estaban cumplidas en un doscientos por cien y la sensación era que yo podía resolverlo todo por mí mismo. ¿Cómo va a sufrir o tener problemas alguien que es un modelo a seguir?...
Dentro de mi propio encierro interno, huía con mi música del exterior para desahogarme y tranquilizarme de ese dolor… ”
“… I know a place where heaven breathes... and it’s throught her windos... your baby girl’s window... I wish you would stay... to see what she made of herself… I’m looking for the words to say... something to take her pain away... through her window...” (“Baby girl’s window” de Robbie Williams)
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