MÁS QUE UNA ENFERMEDAD

A primera vista no me ocurre nada. No tengo dolores, ni fiebre. Sólo me sucede que vivo minutos eternos de lamento, segundos imborrables de lágrimas, horas llenas de rabia. Preguntas sin respuesta. Deseos de huir, noches sin dormir, ganas de rendirme, sensación de suciedad, desesperación, esclavitudes mentales.

Es duro aceptar la realidad, ver que las cosas no son como espero, que todo mi mundo se derrumba en un instante y, en ese instante, me siento tan frío como una piedra. No es sencillo vivir así, vivir con lágrimas en los ojos, con miedos constantes, con gritos ahogados, con angustia. Eso no es vivir, pero siempre hallo consuelo pensando que la vida continúa, que puedo tener fe en mí y ser capaz de derretir ese bloque de hielo, aunque luego ni me queden fuerzas para intentarlo.

Todos hemos llorado, todos hemos sentido miedo, hemos reído de felicidad, nos hemos enamorado, hemos perdido ilusiones y hemos ganado batallas. También hemos experimentado el dolor por estar solo.

Supongo que estas primeras palabras lo resumen todo. ¿Quién no se ha sentido alguna vez así?, ¿quién no ha pasado por ello? Yo he atravesado por todas esas sensaciones en demasiada profundidad y creo que aún sigo atravesando.

Más allá de estas tristezas y penas, hay estados de ánimo que se prolongan y profundizan el descenso del tono del humor, ponen en riesgo la salud y hasta la vida de quien los padece.

Son miles los detalles que me han conducido a esta situación. Granito a granito se fue construyendo una montaña que, al final, pudo conmigo. A esa montaña le puso nombre y apellidos un especialista médico: depresión.

Incontables han sido las veces que he dicho: “Prefería cualquier otra enfermedad antes que ésta”.

Muchos son los especialistas médicos que señalan que esa frase permite valorar la magnitud del tormento de la persona deprimida.

La depresión afecta a personas de todos los colores, razas, posición económica y edad. No hay duda alguna, soy parte de esas personas, aunque parezca vivir en circunstancias relativamente ideales.

Esta es mi historia y quizás existan muchas iguales, pero sólo los que la vivimos, sabemos cómo se escribe, por mucho que consultes libros o páginas web.

La mía aquí te la escribiré.


domingo, 23 de diciembre de 2007

Capítulo XVIII de mi "libreta-diario": Reflexiones en el humo.

Quizás resultan incontables mis escapadas a aquel rincón del “fumadero” del centro psiquiátrico, pero allí las tensiones provocadas por mi depresión se disipaban bajo el aroma de un cigarro, bajo el calor del sol, bajo las melodías del MP3, bajo la autoprotección.

En esos momentos de aislamiento personal con las piernas extendidas sobre aquella silla de plástico blanco, mi mente y mi alma iniciaban una peligrosa partida de reflexión.

“... ¿Qué puede llevar a un número creciente de jóvenes como yo, normalmente con una buena posición social, cultural y económica, a quitarse la vida?... Difícil respuesta, ni siquiera yo lo sé, aún en mis particulares circunstancias al borde de este precipicio…


… Imagino que la primera realidad y el primer problema con el que me tropiezo en el mundo es conmigo mismo y, después, con otras personas, con las que me relaciono. Es incuestionable que el ser humano es un ser capaz de las mayores grandezas (desarrollos tecnológicos, obras de arte, etc.) y de las peores vilezas (explotación de otros seres humanos, destrucción del medio ambiente, etc.)...


… Mi historia particular no difiere de la de cualquiera. Es una historia basada en el continuo esfuerzo de superación, en el que se alternan éxitos y fracasos; sin que los primeros hayan saciado definitivamente mi inquietud, aunque los últimos me han desanimado en muchas ocasiones quizás por las expectativas puestas en tantos proyectos…


… Ese es quizás mi mayor error: la insatisfacción. A diferencia del resto del reino animal que se conforman con las capacidades que les ofrece la naturaleza, mi instinto depredador siempre quiere más…


… Aunque mis necesidades vitales (comida, vestido, seguridad) están cubiertas, poseo otras necesidades de las que creo nunca me sentiré totalmente saciado, con independencia de que viva en una sociedad dominada por el materialismo, donde se trabaja para poseer cosas. No, yo no cumplo ese patrón, siempre he considerado que no se me puede encasillar porque el afán de posesión no es mi objetivo…


… Esa insatisfacción forma parte de la obsesión que marca mi enfermedad, de la que únicamente logro liberarme por momentos con la música, pero, por desgracia, esa extraña sensación de bienestar que en esos instantes siento no implica para mí felicidad…


… Como le he dicho a “mi psiquiatra” más de una vez ojalá hubiera nacido sin cerebro, sin capacidad de pensar, de razonar, de cuestionar, pues cuán dolor me hubiera ahorrado. Sin embargo, todos los seres humanos nos caracterizamos por ser inteligentes y, por tanto, no podemos renunciar a comprendernos a nosotros mismos. De ahí, deriva mi incapacidad para ahogar ese deseo de saber el por qué y el para qué de mi existencia, mi necesidad de buscar una respuesta a la cuestión última de mi propia vida…


… Sé que me he construido a mí mismo con mis propias decisiones (amistades, estudios, trabajo, pareja, etc.), pero también sé que he querido tomar las adecuadas. ¿Quién no? Nadie encaja bien las derrotas por mucho que tratemos de negarlo. Ese sentimiento de frustración marca el propio desarrollo de la personalidad humana y, a mí, me ha marcado, aunque mis frustraciones se relacionan más con el no llegar que con el tener…


… Sí, lo sé, me ha tocado vivir en una sociedad empeñada en hacer más feliz la vida de la gente. Con este fin, esta sociedad ha ido suavizando todo lo que molesta, apartando lo que estorba, silenciando gritos, acallando preguntas. Es sorprendente el interés que existe por ocultar el sufrimiento y la muerte…


… Hay que tomar conciencia de que, antes o después, nos toca vivir acontecimientos que presentan la realidad con toda su crudeza. Hay que tomar conciencia de que, presentada esa realidad, las inseguridades y la propia existencia se tambalean. De nuevo, se representa, en nuestra cabeza, la cuestión por cuál es la meta final del caminar...


... En la sociedad actual, eres un proscrito si alzas la voz para dejar aflorar una enfermedad como la depresión, pero, sobre todo, cualquier enfermedad mental. Se te mira como un raro, como un apestado, cuando se supone que vivimos en un estado de bienestar impensable hace años… Lo sé, porque he comprobado el comportamiento de gente muy próxima tratando de ocultar con mil disfraces distintos mi depresión, como si ello implicase que soy una persona enajenada mentalmente, cuando, en la actualidad, cualquier enfermo mental puede llevar una vida más o menos normal con el tratamiento adecuado... No quiero hipócritas que quieran esconderme por vergüenza. No elegí sufrir esta enfermedad, como nadie elige sufrir cualquier otra, pero ya qué debo enfrentarme a ella, hacerlo con dignidad y la cabeza bien alta...


... ¿Cómo se puede ser infeliz teniéndolo casi todo? Pues sencillo, “tener” no es la razón última de la vida de personas como yo... Las raíces de mi depresión se hunden en sucesos que me han generado estrés post traumático y, especialmente, en esa necesidad imperiosa de hallar satisfacción lejos de las meras posesiones, pero cuando alcanzo ese primer regusto de satisfacción siempre surge otra de mayor intensidad, de tal modo que necesito poder vaciarme en aquello que creo, luchar hasta la extenuación en objetivos que están por encima de una remuneración económica, cumplir más allá de un mero papel…


… También sé que, para no vivir continuamente arrodillado, debo encontrar el equilibrio de esa innata insatisfacción personal; debo reprogramar mi vida antes de que esta depresión la siga consumiendo con el apetito feroz con que lo hace…”



…There’s a place in your heart… and I know that it is love and this place could be much… brighter than tomorrow… and if you really try … you’ll find there’s no need to cry… in this place you’ll feel.. there’s no hurt or sorrow... There are ways to get there... if you care enough for the living... make a little space... make a better place... Heal the world... make it a better place... for you and for me... and the entire human race... There are people dying.. If you want to know why there’s a love that cannot lie... love is strong... it only cares for joyful giving... if we try... we shall see...in this bliss... we cannot feel… fear or dread… we stop existing and star living… Then it feels that always… love’s enough for us growing.. so make a better world...” (“Heal the world” de Michael Jackson)



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