Pasaba ya un mes desde mi internamiento, y mientras, las actividades con los distintos profesionales continuaban incesantes tanto para los viejos como para los nuevos inquilinos que habitábamos tras “aquellas horribles puertas”.
Mi “libreta-diario” se iba llenando de la rutina diaria, de los momentos de desasosiego, de los días que permanecía en mi propia “cárcel de cristal”, de mis deseos de libertad, a la vez que asistía impaciente a cada sesión terapéutica con la esperanza de que alguna de ellas me diera ese “password” que me permitiese acceder y resetear el código de mi depresión.
En estas páginas de mi “libreta-diario”, se recoge:
“… De nuevo, toca una actividad de psicología consistente en el MANEJO DE ANSIEDAD, donde se reparte un cuestionario a rellenar los siguientes aspectos:
- Lo positivo- Lo negativo
- Lugares- Personas- Soluciones… Sé que parte de mi enfermedad guarda una estrecha relación con el problema de la ansiedad. Soy una persona excesivamente nerviosa, con tendencia a la obsesión en diversas cuestiones tanto personales como profesionales, lo que me provoca un estado de ansiedad permanente que se manifiesta en la falta de descanso, en morderme las uñas, en comer sin control o no comer, en el temblor de manos, en dolores de estómago, en intranquilidad vital, en excesiva responsabilidad…
… Lo único bueno, si es que la ansiedad lo tiene, es que mantiene mi cuerpo en un estado de alerta constante, aunque me resulta totalmente agotador y extenuante tanto a nivel físico como psicológico. A pesar de ello, esa ansiedad se transforma en afán de superación, en constancia, en tremendos esfuerzos mentales por esclarecer los hechos más oscuros, por ir un paso siempre por delante...
… Sí, sé que la ansiedad hay que saber manejarla para que no te destruya por completo, pero, hasta el día en que me diagnosticaron la depresión, el factor ansiedad ha sido más un revulsivo durante mi vida, que una contraprestación, porque me ha llevado a lograr muchas de mis metas, aunque, desgraciadamente, también me ha conducido a la enfermedad…
… Quizás nunca fui consciente que la ansiedad se estaba apropiando de mi vida por completo, que la ansiedad se enraizaba en varios episodios concretos de mi existencia, que la ansiedad me estaba transformando en un ser pusilánime…… Aceptar que determinadas situaciones con personas concretas crispan mis nervios y desatan la ansiedad es duro por cuanto me hace pensar en mi invalidez total como ser humano…… Los remedios de abuela de contar hasta tres, de respirar profundamente, de evitar ciertos lances, de darse la media vuelta, de “por un oído me entra y por el otro me sale” no suelen surtir los efectos deseados, cuando mi mentalidad se aleja de simples deseos materiales y aspira a cumplir su cometido de la mejor manera posible, sin tener en cuenta mi situación real. Simplemente quiero dar la respuesta demandada por mi clientela, quiero “curar sus padecimientos”, del mismo modo que “mi psiquiatra” busca que cualquiera de sus pacientes supere o, en su caso, obtenga una calidad de vida acorde con la enfermedad que padece…... Sé que mi ansiedad cuenta con un amplio abanico de soluciones, pero, teniendo en cuenta una visión global de mi personalidad y de mi entorno, la opción más acertada es aprender a desconectar, porque no voy a renunciar a lo que tanto me ha costado llegar…
… Siento que, en mi interior, vive un depredador voraz que no se toma ningún respiro, que actúa sin contemplaciones, por mucho que le implore que ya basta de tanto sufrimiento….… Debo aprender a convivir con esta ansiedad y ponerle el freno a cada momento, por lo que debo considerar todas esas situaciones o conductas que pueden hacerme recaer en este estado, en esta enfermedad mental: trabajo excesivo o estresante, la mala calidad del descanso, no seguir el tratamiento, la inactividad, la desorganización horaria, las drogas legas o ilegales, la presión externa del ambiente, los efectos secundarios del tratamiento, el autoabandono, la soledad no deseada, la mala alimentación y todo lo que pueda ir surgiendo…
… Debo aprender que no existe una única clave para acceder al código de mi depresión y desconfigurarlo, sino que tengo que contar con todas las claves que se aportan en cada sesión que recibo por parte de los diferentes especialistas de este centro psiquiátrico…
… Para romper estas cadenas de dolor, de tristeza, de desesperación, tengo que actuar con todas las fuerzas de las que me proveen en estas actividades, aunque siempre me quedará la duda de si lo lograré, de si seré capaz de desprenderme de esta carga pesada y vivir en paz…"“
…Lléname la vida… dame tranquilidad… calma el temporal… que hay en mi piel… Dame primaveras para disfrutar… días que se van… no han de volver…Puede ser que la voz de tu paz y el amor… me ayuden a cambiar… y me hagan ser mejor… Perdona mis manías… no doy para más… no sé aparentar… soy como soy… Puede ser que la voz de tu paz y el amor… me ayuden a cambiar… y me hagan ser mejor…” (“
Ser mejor” de Robbie Williams- versión española de “Better man”)