MÁS QUE UNA ENFERMEDAD

A primera vista no me ocurre nada. No tengo dolores, ni fiebre. Sólo me sucede que vivo minutos eternos de lamento, segundos imborrables de lágrimas, horas llenas de rabia. Preguntas sin respuesta. Deseos de huir, noches sin dormir, ganas de rendirme, sensación de suciedad, desesperación, esclavitudes mentales.

Es duro aceptar la realidad, ver que las cosas no son como espero, que todo mi mundo se derrumba en un instante y, en ese instante, me siento tan frío como una piedra. No es sencillo vivir así, vivir con lágrimas en los ojos, con miedos constantes, con gritos ahogados, con angustia. Eso no es vivir, pero siempre hallo consuelo pensando que la vida continúa, que puedo tener fe en mí y ser capaz de derretir ese bloque de hielo, aunque luego ni me queden fuerzas para intentarlo.

Todos hemos llorado, todos hemos sentido miedo, hemos reído de felicidad, nos hemos enamorado, hemos perdido ilusiones y hemos ganado batallas. También hemos experimentado el dolor por estar solo.

Supongo que estas primeras palabras lo resumen todo. ¿Quién no se ha sentido alguna vez así?, ¿quién no ha pasado por ello? Yo he atravesado por todas esas sensaciones en demasiada profundidad y creo que aún sigo atravesando.

Más allá de estas tristezas y penas, hay estados de ánimo que se prolongan y profundizan el descenso del tono del humor, ponen en riesgo la salud y hasta la vida de quien los padece.

Son miles los detalles que me han conducido a esta situación. Granito a granito se fue construyendo una montaña que, al final, pudo conmigo. A esa montaña le puso nombre y apellidos un especialista médico: depresión.

Incontables han sido las veces que he dicho: “Prefería cualquier otra enfermedad antes que ésta”.

Muchos son los especialistas médicos que señalan que esa frase permite valorar la magnitud del tormento de la persona deprimida.

La depresión afecta a personas de todos los colores, razas, posición económica y edad. No hay duda alguna, soy parte de esas personas, aunque parezca vivir en circunstancias relativamente ideales.

Esta es mi historia y quizás existan muchas iguales, pero sólo los que la vivimos, sabemos cómo se escribe, por mucho que consultes libros o páginas web.

La mía aquí te la escribiré.


miércoles, 24 de diciembre de 2008

Feliz Navidad




Que todos los días sean Navidad. Un nacimiento a una nueva vida, en la que la plenitud sea la invitada de honor, y de la que hayan sido desterrados los malos recuerdos... y los sueños aparezcan en su justa medida.

¡¡Feliz Navidad!!

domingo, 7 de diciembre de 2008

B.S.O. de mi depresión(Parte I)

Como toda película va convenientemente acompañada de su Banda Sonora Original, mi depresión cuenta con su propia música.

Ya había hablado de que, durante mi ingreso, mi reproductor MP3 se transformó en mi fiel escudero, siempre al cuello, en la ardua tarea de luchar contra mi depresión.

No sólo cumplía la función para la que había sido creado, sino que era casi como mi psiquiatria permanente.

La música puede servir para fines terapéuticos, pues a veces provoca reacciones imposibles de conseguir con otros métodos.

Sí, no voy a negarlo. Puede llevarte al cielo y puede transportarte al más duro de los infiernos.

Sí, no voy a negarlo.
Puede iluminarte de esperanza y puede cubrirte de auténtica desperación.

Sí, no voy a negarlo. Me permitía aliviar mi castigada alma entre ríos de lágrimas. Luego, al final, podía descansar, relajarme por unos instantes.

Parte de la Banda Sonora Original de mi depresión está compuesta por:


- '74-'75 de The Connells.
- Abriendo caminos de Diego Torres y Juan Luis Guerra.
- All time love de Will Young.
- Angels de Robbie Williams (versión en español).
- Asignatura pendiente de Ricky Martin.
- Ask him to de Mark Owen.
- Baby, can I hold you? de Tracy Chapman.
- Basado en hechos reales de Nach Scratch.
- Beautiful soul de Jesse McCartney.
- Big city life de Mattafix.
- Bittersweet symphony de The Verve.
- Cachito de Maná.
- Calma y sangre fría de Luca Dirisio.
- Cambiando el mundo de Nach Scratch.
- Candle in the wind de Elton John.
- Color esperanza de Diego Torres.
- Come undone de Robbie Williams.
- Con solo una sonrisa de Melendi.
- Cosas de la vida de Eros Ramazzotti.
- Cotillas de Immaculate Fools.
- Cry me a river de Justin Timberlake.
- Child de Mark Owen.
- Devuélveme la vida de Antonio Orozco.
- Donde hay música de Eros Ramazzotti.
- Don't give up de Bono & Alicia Keys.
- Don't let the sun go down on me de George Michael & Elton John.
- Es mi soledad de Antonio Orozco.
- Everybody hurts de R.E.M.
- Feel de Robbie Williams.
- Forever love de Gary Barlow.
- Forever de John Stamos & The Beach Boys.
- Fragile de Rick Price.
- Freedom de George Michael.
- Get over it de de Eagles.
- Ghosts de Robbie Williams.
- Gracias por pensar en mí de Ricky Martín.
- Heal the world de Michael Jackson.
- Heaven knows de Rick Prices.
- Hold on de Jamie Walters.
- Home de Will Young.
- Hotel California de Eagles.
- I am what I am de Mark Owen.
- I can't believe it's over de New kids on the block.
- I can't make you love me de George Michael.
- I can't tell you why de Eagles.
- I only ask for God de Outlandish.
- I want you de Marky Mark & The Funky Bunch.
- I will come to you de Hanson.
- I'll be missing you de Puff Daddy.
- I'll be there de The Jackson Five.
- I'll still be loving you de New kids on the block.
- Imagine de John Lennon.
- In the city de Eagles.
- Jeremy de Pearl Jam.
- La chica de ayer de Nacha Pop.
- La princesa de mis sueños de OBK.
- Let it be de The Beatles.
- Lo que tú quieras soy de Antonio Orozco.
-
Longer de Dan Fogelberg.
- Lose yourself de Eminem
- Make me pure de Robbie Williams.
- Man on the moon de R.E.M.
- Misunderstood de Robbie Williams.
- Muero por tí de OBK.






miércoles, 1 de octubre de 2008

Un breve inciso: Para mi "coach"

Es a ti a quien he querido dedicar esta entrada... porque, como ya sabes, a veces la vida nos sorprende con profundas tristezas, con grandes pruebas y con terribles desilusiones...

Quiero que sepas que tu vida importa... porque eres un ser leal y comprensivo y que siempre está al lado de propios y extraños,… porque eres alguien que no espera que los demás sean ni mejores ni peores, sino tal y como son.


Por todo ello, le ruego a Dios:

Que esté siempre contigo, guardándote noche y día...

Que te ayude en todas las cosas, dándote Su mano para pasar esta prueba...

Que haga florecer de nuevo tus mejores proyectos, ideas e ilusiones...

Que la luz de la esperanza ilumine tu corazón...

Que tengas fuerzas suficientes para levantar tus alas con las que alzar el vuelo...

Que te toque con Su Paz, que te cubra con Su amor y puedas sentir Su presencia en estos momentos...

Que te instruya y te muestre el camino a seguir, ocupándose de ti constantemente...

Que te ame y sea como un hermano en este tiempo de angustia...

Que Su espíritu vaya delante de ti, haciendo seguro, fácil y triunfante este camino...

Que te lleve por el sendero de las flores de la paciencia…

Que siempre encuentres un arco iris después de una tormenta...

Que te regale una estrella joven y brillante, para que cada vez que el sol descanse, sea esa fiel luz, la que te acompañe...

Que ni la tristeza, ni la desilusión, ni la incertidumbre, te impidan sonreír...

Que te de perseverancia para sacar adelante esta situación a pesar de la fuerte oposición y retrocesos decepcionantes que puedas hallar en algún momento...

Que mantengas el optimismo, conserves el equilibrio y recompongas tus energías para seguir prosperando en tu fantástica obra personal y profesional...

God bless you!!!

sábado, 20 de septiembre de 2008

Babe, I'm back again...

En primer lugar, pedir disculpas por este paréntesis tan largo.

Un sinfín de cuestiones de índole personal y profesional, me han mantenido lejos de este rincón muy a mi pesar, pero, por cuanto este lugar implica en mi enfermedad, no podía venir simplemente a estar por estar, por lo que he preferido guardar silencio durante un tiempo.

Ahora ya puedo decir: "Babe, I'm back again... I tell you I'm back again... Babe, I'm here again... I tell you I'm here again... Where are you? ..."




sábado, 19 de abril de 2008

Capítulo XXIII de mi “libreta-diario”: PETICIONES y algo más

Mientras seguía leyendo a trancas y barrancas a Víktor Emil Frankl, las actividades del centro pasaron a transformarse en una angustiosa pasarela donde desfilaban una tras otra mis escasas e incompetentes habilidades sociales, lo que iba reforzando la profunda creencia de que soy un ser asocial.

Cada maniquí lucía mi último esperpento de creación surgido de cada sesión terapéutica, devolviéndome un atroz reflejo que sólo hacia seguir sintiéndome aún más torpe, secundario, nulo.

De nuevo, en otra mañana, el guión previsto marcaba PETICIONES. Se comenzó a hablar de la existencia de dos tipos de personas:

1.- Las que siempre piden.

2.- Las que no se atreven a decir que no.

Y cómo no, mi dorsal desde siempre era el número dos. Nunca supe decir no por miedo, por timidez, por no enfadar a los demás, por inseguridad, por complacer, lo que se materializó en ceñidos corsés de los que fui incapaz de desprenderme hasta tal extremo de arrojarme a las fauces de esta enfermedad.

Esas dinámicas relacionadas con la competencia social eran más una fuente de sufrimiento que de apoyo, por cuanto los bocetos garabateados en aquellas hojas exhibían mi más que nefasta colección de patrones sociales, contribuyendo a incrementar mi odio manifiesto a estar “tras aquellas horribles puertas”, a lo que era mi propia persona. ¡Qué duro acabar odiándose a uno mismo!

Sin embargo, diseñar tal sentimiento provenía más de un enorme jirón del pasado en mi atuendo, que de aquella tela de emociones mal hilvanadas en las sesiones.

Por desgracia, debo retrotraerme a la infancia, donde la palabra “no” vivía atenazada por complacer, por evitar enfrentamientos.

Ojalá hubiera tenido el valor suficiente para enhebrar la aguja con el “NO” aquel día y aquel otro, porque no tendría que cargar con este nauseabundo harapo que, desde entonces, me abrasa por completo.

Ojalá todo hubiera sido una horrible pesadilla de las que se esfuman al despertar y, como Cenicienta, disfrutase de un hermoso y pulcro vestido de gala.

Ojalá pudiese descoser aquella siniestra experiencia de mi interior con cada lágrima que me hace brotar, experiencia agazapada en mi oscuridad vital durante todos estos años, mientras silenciosamente ha ido desgastándome puntada a puntada.

Ojalá pudiese dejar de revivir lo que se esconde dentro de mí.

Ojalá pudiese dejar de sentirlo una vez más, y otra, y otra, porque no puedo soportar este manto fantasmal.

Ojalá pudiese dejar de ser un gigante con pies de barro.

Ojalá… ojalá… pudiese remendar esta gran quemadura de mi alma.



"Call you up in the middle of the night... Like a firefly without a light... You were there like a slow torch burning... I was a key that could use a little turning... So tired that I couldn't even sleep... So many secrets I couldn't keep... Promised myself I wouldn't weep... One more promise I couldn't keep... It seems no one can help me now... I'm in too deep... There's no way out... This time I have really led myself astray... Runaway train never going back... Wrong way on a one way track... Seems like I should be getting somewhere... Somehow I'm neither here no there... Can you help me remember how to smile... Make it somehow all seem worthwhile... How on earth did I get so jaded... Life's mystery seems so faded... I can go where no one else can go... I know what no one else knows... Here I am just drownin' in the rain... With a ticket for a runaway train... Everything is cut and dry... Day and night, earth and sky... Somehow I just don't believe it..." ("Runaway train" de Soul Asylum)

martes, 18 de marzo de 2008

Capítulo XXII de mi internamiento: “El hombre en busca de sentido”, de Víktor Emil Frankl, otro sabio consejo de “mi psiquiatra” (I)

¿Quién se arriesga a poner sobre el tapete una jugada de un calibre tal como recomendar la lectura de “El hombre en busca de sentido” de Víktor Emil Frankl a esta “calamidad” de paciente? Por supuesto, sólo podía osar “mi psiquiatra”, con su bendita y sabia inteligencia para “leer el juego” y ver delante a “un contrincante obsesionado” por los retos.

¿Y qué hacer ante una de mis mayores debilidades? Pues, recoger el testigo de tan hábil apuesta. Al fin y al cabo, lo máximo que podía llegar a perder era el tiempo, algo que me sobraba “tras aquellas horribles puertas”.

Con ingenua disposición a ganar aquella “timba”, busqué una solitaria silla en el “fumadero” y comencé a devorar las primeras líneas de aquel texto, mientras se desataba una cruenta batalla de reflexiones en mi cabeza.

"... Ninguna experiencia vital es comparable a la padecida por cualquier superviviente de un campo de concentración nazi, si bien extrañas similitudes parecían aproximar ambas situaciones: el encierro, la soledad, la lucha por la supervivencia, la ansiedad, la búsqueda de significado de la propia vida, etc...

... No viajé hacinado en el vagón de un tren, ni me despojaron de mis pertenencias (no mencionaré mi ordenador personal), ni rasuraron mi cabellera, ni siquiera un dedo marcó la dirección de mi destino, pero, “tras aquellas horribles puertas”, me resigné a ser uno más de tantos otros pacientes, abandonando cualquier esperanza de recuperación y autoimponiéndome la falsa condena de que mi camino de baldosas amarillas terminaría allí sus días...

... ¿Cuál era el propósito de “mi psiquiatra” con la lectura de semejante testimonio? ¿Hundirme, asfixiarme, dañarme o curarme? Sinceramente, con cada recorrido de una nueva página, agonizaba por la virulencia aparición de trágicas losas aletargadas en el baúl de los recuerdos...

... Mi ingreso en la clínica psiquiátrica me dejó en un estado de shock del que no lograba recuperarme, ni siquiera con las actividades, por no decir que viajar al complejo infierno de Auschiwtz acrecentó mis tribulaciones y agravó el halo de penuria que me acompañaba...

... Sin embargo, el trago más amargo estaba por llegar cuando percibí el furioso despertar de aquel gran fantasma que me lleva torturando desde la infancia, quien ahora se instauraba en un calvario de repulsivas sensaciones y, sobre todo, autodestructivas, mientras no paraba de gritarme “lánzate contra la alambrada” como si ello significase su definitiva evaporación...

...El relato de Víktor Frankl se parecía más a un elefante en una cacharrería por cuanto estaba removiendo en mi cabeza y por cuanto más sufrimiento me producían sus conclusiones de buscar un sentido a una vida que ya había dado por perdida y desahuciada, que al revulsivo que "mi psiquiatra" pretendía...

... Carecía del valor y de la fuerza necesaria para enderezar la senda de autodestrucción psicológica en la que me anclaba, debido a las innumerables fracturas con que contaban mi máximo pilar de apoyo (mi propia valía profesional). No era más que una sombra de lo que fui, un espejismo de lo que creí ser, un cero a la izquierda de muchos otros ceros...

... Ninguna lucha merecía la pena por cuanto ya había perdido..."



"... All around me are familiar faces... worn out places, worn out faces... Bright and early for their daily races... going nowhere, going nowhere... Their tears are filling up their glasses... no expression, no expression... hide my head I want to drow my sorrow... not tomorrow, not tomorrow... And I find it kinda funny... I find it kinda sad... The dreams in which I'm dying... are the best I've ever had... I find it hard to tell you... I find it hard to take... when people run in circles... It's a very, very mad world, mad world.... Went to school and I was very nervous... no one knew me, no one knew me... Hello teacher, tell me what's my lesson... look right through me, look right through me... The dreams in which I'm dying... are the best I've ever had... I find it hard to tell you... I find it hard to take... when people run in circles... It's a very, very mad world, mad world.... ("Mad world" de Gary Jules)

domingo, 24 de febrero de 2008

Capítulo XXI de mi internamiento: RELACIONES CON OTRAS PERSONAS

"... Para una persona parapetada en su silencio y curiosa mirada, entablar contacto con el resto de pacientes suponía una grata sorpresa, en especial, por esa extraña facilidad motivada por cuanto compartíamos algo más que estar tras “aquellas horribles puertas”...

... A menudo, cigarrillo en mano y al sol de la tarde, evocaba el abismo existente entre mi yo sano y mi yo enfermo...

... En la cripta de mi yo sano, habitaba un ser gris, inerte, huidizo, con cierta discapacidad para relacionarse socialmente, obstáculo que, en el interior de la clínica psiquiátrica, se disipaba por completo...

... Quizás padecer enfermedades similares actuaba como una especie de imán para todos nosotros, pues, al fin y al cabo, nuestras “propias jaulas” transformaban aquel lugar en un zoológico multicultural, donde cada uno era un “rara avis” en peligrosa vía de extinción...

... No poder sentirse libre para desplegar las alas y volar, hacía que anidásemos por enfermedades afines, con independencia de edad, género o razón social. De tal forma que, al iniciarse el día, compartía los primeros humos con los más jóvenes del lugar, mientras la hora del café se dejaba caer entre historias y anécdotas de los más longevos, aunque la propia confusión de la noche nos entremezclaba al amparo del “fumadero”...

... “Crónicas M….” se erigía en una magnífica herramienta de interacción social, permitiéndome desarrollar un potencial comunicativo, hasta entonces, totalmente secreto para mí...

... Sin embargo, comprendí que tal habilidad se comportaba más como una necesidad de doblegar mis sufrimientos internos que como una auténtica destreza social, pues, por encima de todas las circunstancias, nunca había sido un animal social, sino un mero espectador de la realidad. ¿Cuánto me quedaba por aprender de la vida?...

... A pesar de todo ello, establecía raras conexiones con mis “compañeros de fatigas”, de los cuales me acordaba en mis permisos de fin de semana, lo que me llevaba a cuestionarme si sólo era capaz de codearme con seres humanos en mi mismo estado...

... Cada fase de mi depresión venía cargada de interrogantes que acrecentaban mis inseguridades. Nunca conté con gran número de colegas, ni tampoco destaqué en popularidad, pero, por el contrario, disfrutaba de una mano perenne de amistades...

... ¿Residía en esa cierta discapacidad parte del origen de mi dolencia mental?...

... La crispación me invadía ante cada actividad relacionada con las habilidades sociales. ¿Tan inútil ante los demás me presentó? Se me caía la baba ante la talentosa validez que demostraban algunos pacientes en este campo y, cuanto más quería absorber sus experiencias, más torpe, más obtuso me volvía...

... Ese halo envolvía con descarada frialdad el lado oscuro de mi alma y me hacía claudicar ante cualquier posible mejoría en el ánimo. Seguía sintiendo como el peso de mi propia “mierda” me revolvía con tremendo dolor, acurrucándome en el suelo y golpeando fieramente la pared con mis nudillos...

... Necesitaba “emborrachar” mis pensamientos, necesitaba “freír” mis sentimientos, necesitaba “aturdir” mis lágrimas...

... ¡¡¡Qué crueldad vivir entre columnas derruidas de mi existencia!!!...



"... I can only imagine what I will be like... when I walk by your side... I can only imagine what my eyes see... when your face is before me... I can only imagine... surrounded by your glory... what will my heart feel?... Will I dance for you, Jesus?... Or in awe of You be still?... Will I stand in your presence?... Or to my knees will I fall?... Will I sing hallelujah?... Will I be able to speak at all?... I can only imagine when that day comes... and I find myself standing in the sun... I can only imagine when all I will do... is forever, forever worship You... " ("I can only imagine" de Mercy Me)

lunes, 28 de enero de 2008

Capítulo XX de mi “libreta-diario”

A veces abrir estas páginas me pone el vello de punta por la crudeza del relato, por cierta reminiscencia de etse agónico sufrimiento vital, por la brutal realidad a la que me enfrenta esta depresión. Una depresión, que lejos de acallar su amargo llanto, arrecia con la intensidad de un huracán, destroza mis frágiles pies de barro.

“… No, no quiero hablar. Quiero mi burbuja de protección y huir de mis cárceles internas….

… No me gustan las sensaciones que hoy estoy experimentando: repugnancia, asco, vergüenza, suciedad, grima, náusea, inmundicia. Me siento como auténtico bazofia humana, inservible hasta para seguir respirando…

… Mi alma grita, grita y grita a viva voz…

… Hoy yo busco desaparecer y rendirme definitivamente, porque perdí la mitad de todo lo que fui y la otra mitad está enjaulada en una bruma de ocaso…

… Con tantas grietas dentro, los mismos latidos se escabullen entre ellas. ¿Para qué vivir así? ¿Por qué recibo tal castigo? Dejadme que me ausente de la vida de una vez…”



"... There’s an angel on a ribbon... hanging from the armoire door… There’s a Cupid with his feet crossed… on the bird cage by the door… There’s a baby angel drummer… his eyes are open wide.. and two more tiny cherubs... on the mantle side by side... Too many angels... have seen me crying... Too many angels... have heard you lying… Bring the morning on… voices sing of day… I want to step out in the morning sun… through the flood of tears… I want this darkness gone… your sweet face appears…. These apparitions coming one by one… but there’s no end in sight… only the dead of night… and too many angels…” (“Too many angels” de Jackson Browne)

jueves, 10 de enero de 2008

Capítulo XIX de mi internamiento: MANEJO DE ANSIEDAD

Pasaba ya un mes desde mi internamiento, y mientras, las actividades con los distintos profesionales continuaban incesantes tanto para los viejos como para los nuevos inquilinos que habitábamos tras “aquellas horribles puertas”.

Mi “libreta-diario” se iba llenando de la rutina diaria, de los momentos de desasosiego, de los días que permanecía en mi propia “cárcel de cristal”, de mis deseos de libertad, a la vez que asistía impaciente a cada sesión terapéutica con la esperanza de que alguna de ellas me diera ese “password” que me permitiese acceder y resetear el código de mi depresión.

En estas páginas de mi “libreta-diario”, se recoge:

“… De nuevo, toca una actividad de psicología consistente en el MANEJO DE ANSIEDAD, donde se reparte un cuestionario a rellenar los siguientes aspectos:

- Lo positivo

- Lo negativo
- Lugares

- Personas
- Soluciones

… Sé que parte de mi enfermedad guarda una estrecha relación con el problema de la ansiedad. Soy una persona excesivamente nerviosa, con tendencia a la obsesión en diversas cuestiones tanto personales como profesionales, lo que me provoca un estado de ansiedad permanente que se manifiesta en la falta de descanso, en morderme las uñas, en comer sin control o no comer, en el temblor de manos, en dolores de estómago, en intranquilidad vital, en excesiva responsabilidad…

… Lo único bueno, si es que la ansiedad lo tiene, es que mantiene mi cuerpo en un estado de alerta constante, aunque me resulta totalmente agotador y extenuante tanto a nivel físico como psicológico. A pesar de ello, esa ansiedad se transforma en afán de superación, en constancia, en tremendos esfuerzos mentales por esclarecer los hechos más oscuros, por ir un paso siempre por delante...


… Sí, sé que la ansiedad hay que saber manejarla para que no te destruya por completo, pero, hasta el día en que me diagnosticaron la depresión, el factor ansiedad ha sido más un revulsivo durante mi vida, que una contraprestación, porque me ha llevado a lograr muchas de mis metas, aunque, desgraciadamente, también me ha conducido a la enfermedad…


… Quizás nunca fui consciente que la ansiedad se estaba apropiando de mi vida por completo, que la ansiedad se enraizaba en varios episodios concretos de mi existencia, que la ansiedad me estaba transformando en un ser pusilánime…


… Aceptar que determinadas situaciones con personas concretas crispan mis nervios y desatan la ansiedad es duro por cuanto me hace pensar en mi invalidez total como ser humano…

… Los remedios de abuela de contar hasta tres, de respirar profundamente, de evitar ciertos lances, de darse la media vuelta, de “por un oído me entra y por el otro me sale” no suelen surtir los efectos deseados, cuando mi mentalidad se aleja de simples deseos materiales y aspira a cumplir su cometido de la mejor manera posible, sin tener en cuenta mi situación real. Simplemente quiero dar la respuesta demandada por mi clientela, quiero “curar sus padecimientos”, del mismo modo que “mi psiquiatra” busca que cualquiera de sus pacientes supere o, en su caso, obtenga una calidad de vida acorde con la enfermedad que padece…

... Sé que mi ansiedad cuenta con un amplio abanico de soluciones, pero, teniendo en cuenta una visión global de mi personalidad y de mi entorno, la opción más acertada es aprender a desconectar, porque no voy a renunciar a lo que tanto me ha costado llegar…

… Siento que, en mi interior, vive un depredador voraz que no se toma ningún respiro, que actúa sin contemplaciones, por mucho que le implore que ya basta de tanto sufrimiento….


… Debo aprender a convivir con esta ansiedad y ponerle el freno a cada momento, por lo que debo considerar todas esas situaciones o conductas que pueden hacerme recaer en este estado, en esta enfermedad mental: trabajo excesivo o estresante, la mala calidad del descanso, no seguir el tratamiento, la inactividad, la desorganización horaria, las drogas legas o ilegales, la presión externa del ambiente, los efectos secundarios del tratamiento, el autoabandono, la soledad no deseada, la mala alimentación y todo lo que pueda ir surgiendo…

… Debo aprender que no existe una única clave para acceder al código de mi depresión y desconfigurarlo, sino que tengo que contar con todas las claves que se aportan en cada sesión que recibo por parte de los diferentes especialistas de este centro psiquiátrico…

… Para romper estas cadenas de dolor, de tristeza, de desesperación, tengo que actuar con todas las fuerzas de las que me proveen en estas actividades, aunque siempre me quedará la duda de si lo lograré, de si seré capaz de desprenderme de esta carga pesada y vivir en paz…"




…Lléname la vida… dame tranquilidad… calma el temporal… que hay en mi piel… Dame primaveras para disfrutar… días que se van… no han de volver…Puede ser que la voz de tu paz y el amor… me ayuden a cambiar… y me hagan ser mejor… Perdona mis manías… no doy para más… no sé aparentar… soy como soy… Puede ser que la voz de tu paz y el amor… me ayuden a cambiar… y me hagan ser mejor…” (“Ser mejor” de Robbie Williams- versión española de “Better man”)